Cooperación divino-humana
Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce asi el querer como el hacer, por su buena voluntad. Filipenses 2:12, 13.
Hay quienes piensan que a causa de que la naturaleza humana está tan afectada por el pecado, el hombre no puede hacer nada por sí mismo, y que no solo debe depender del poder divino para vivir el cristianismo, sino también debe permitir que Dios obre en lugar de él. Sus obras, entonces, no serían realizadas por él mismo sino por Dios en su lugar. Según esta idea, el hombre no debería hacer ningún esfuerzo consciente y voluntario para vivir la vida cristiana.
Pero el panorama completo de la Biblia, en relación con este tema, nos presenta dos ideas claras:
1) El hombre es impotente por sí mismo para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, por causa de su naturaleza pecaminosa, de la tremenda presión social en contra de la vida cristiana y del poder de Satanás, superior al del ser humano.
2) Sin embargo, encontramos abundante cantidad de textos en la Biblia en los que Dios hace apelaciones éticas a su pueblo para que viva una vida santa, para que se esfuerce por hacer su voluntad. No hay nada pasivo en la vida cristiana. Se trata de un llamamiento a la actividad, a vivir obrando; a vivirla y no meramente a contemplarla con embeleso espiritual o místico.
Nuestro texto de reflexión para hoy presenta, en forma magistral, lo que la autora cristiana Elena de White denomina “la cooperación divino-humana”: por un lado, se nos exhorta a ocuparnos de nuestra salvación con “temor y temblor”; es decir, a esforzarnos por nuestra salvación con un sentido de la gravedad y la trascendencia de nuestros actos, y de lo que está en juego, nada menos que nuestra salvación. Y, por el otro, se nos alienta a que lo hagamos por la razón de que “Dios es el que en vosotros produce el querer como el hacer”.
En otras palabras, a causa de que Dios está obrando en tu corazón para que quieras y hagas su voluntad, puesto que cuentas con un poder superior al humano disponible para ayudarte a vivir la vida cristiana, entonces puedes esforzarte, porque tus esfuerzos no serán inútiles.
No te olvides, hoy, de la sabiduría del dicho español: “A Dios rogando, y con el mazo dando”.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie
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