Necesitas recrearte
Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado. Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer. Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto. Marcos 6:30-32.
¿No le quedaba a Jesús poco tiempo para realizar su labor? ¿No había multitudes necesitadas de su Palabra y de sanidad, y de ser liberadas de las garras de la posesión diabólica? ¿No debían ocupar hasta la última gota de su tiempo en servir a esas personas desesperadas?
Por supuesto, Jesús sabía todo esto, pero también sabía cómo funciona el organismo humano integral (mente, cuerpo, espíritu), y sabía que el ser humano tiene un límite, y que necesita “recargar las baterías” espirituales, físicas y emocionales. Por eso, invitó a sus discípulos a irse “aparte”, a un “lugar desierto”, a estar “solos” y descansar un poco. Nota estos pensamientos inspiradores:
“La recreación es necesaria para los que se dedican al trabajo físico, y es aún más esencial para quienes tienen una labor principalmente mental. Pero no es esencial para nuestra salvación, ni para la gloria de Dios, mantener la mente trabajando constante y excesivamente, ni siquiera en temas religiosos”. Elena de White, La Educación Cristiana, p.371
“Muchos cristianos profesos no representan correctamente la religión cristiana. Parecen melancólicos, como si viviesen bajo una nube. Hablan frecuentemente de los grandes sacrificios que han hecho para llegar a ser cristianos. Exhortan a los que no han aceptado a Cristo, indicando, por su ejemplo y conversación, que deben renunciar a todo lo que hace agradable y gozosa la vida. Arrojan una sombra de tristeza sobre la bendita esperanza cristiana…
“No vacilamos en decir que esta clase de cristianos profesos no conoce la religión genuina”. Elena de White, Mensajes Para Los Jóvenes, p.361
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie
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