Lo único que importa en el sufrimiento: estar con Dios
Jehová es mi pastor; nada me faltará… Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo… Salmo 23:1, 3-6.
Ya lo hemos dicho: no puedes escapar del sufrimiento, por muy ansioso que te pongas y trates de “atajar” el dolor. Por formar parte de un mundo de pecado, sufres. Pero, hay una diferencia muy marcada entre sufrir solos, sintiéndonos a merced de las circunstancias, del “destino”, o de la maldad de otros, sin saber qué va a ser de nuestra vida y contando únicamente con nuestros propios recursos, y sufrir acompañados, protegidos y alentados por un Ser superior.
La historia del cristianismo está saturada de las páginas gloriosas que escribieron aquellos santos hombres y mujeres de Dios, los mártires, quienes glorificaron a Dios con sus sufrimientos, y con la forma en que eligieron sufrir. Ellos morían con una sonrisa, cantando y alabando a Jesús, aun cuando estaban siendo apedreados, crucificados, decapitados o devorados por las fieras en el Circo Romano o por las llamas de la Inquisición. ¿Cómo se puede sufrir así, tanto y a tales extremos?
Es que no morían solos. No sé si de manera natural un ser humano puede soportar semejantes sufrimientos y aun así adoptar la actitud que tuvieron. Creo que hubo un milagro especial de sostenimiento del espíritu de aquellos seres ejemplares. Un milagro que puede estar al alcance de cada uno de nosotros cuando padecemos algún infortunio o desgracia, para que no solo no sucumbamos por causa de nuestro dolor, sino que, por el contrario, atravesemos por este con el rostro erguido, la actitud gallarda, con entereza sobrehumana.
Fíjate que el salmista NO dice “No temeré mal alguno porque NUNCA PERMITIRÁS que ande en valle de sombra de muerte”. No, lo que dice es que, aun cuando nos toque en suerte atravesar por este negro valle de dolor, no temeremos, ni desfalleceremos, ni sucumbiremos, porque nuestro Pastor estará a nuestro lado. Su compañía es todo lo que importa en esta vida; lo único seguro y que nos llena de esperanza.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie
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