Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. Mateo 11:29, 30.

Contrariamente a lo que suelen indicar algunos enfoques de la psicología y algunos “consejos” profesionales en esta área, el ejemplo de Jesús nos indica que la verdadera felicidad y el ver­dadero bienestar interior no pasan por vivir para sí, estar preocupado por uno mismo, reconcentrado en la propia persona y los propios problemas, sino en preocuparse por otros, amarlos y vivir para beneficiarlos.

Como hemos visto en otra oportunidad, este principio de salud mental mediante el olvido propio (del egoísmo) y el entregarse a una tarea de beneficencia en favor del otro no solo es algo observado por la religión bíblica, sino también muy tenido en cuenta por la psicología, a través de ese notable psicólogo que fue Viktor Frankl. Él lo denomina el principio de la “autotrascendencia”,* y en sus abundantes Observaciones clínicas y reflexiones llega a la conclusión de que, paradójicamente, las personas que viven para sí, que hacen de su yo el centro de sus vidas, que viven para la satisfacción del placer personal, son las que más padecen de vacío interior, o existencial. Por el contrario, aquellos que tienen alguien a quien amar y una tarea (misión) que realizar en la vida son las que gozan de mayor bienestar y fortaleza interiores.

En nuestro texto de reflexión para hoy, Jesús refuerza esta idea de que la ausencia de egoísmo, el tener un espíritu sencillo, cándido, suave, un corazón bondadoso (que no está reconcentrado en sí mismo, que no está ávido de honores y reconocimientos, que no se abre paso por la fuerza), es un factor fundamental para que el alma encuentre descanso.

Son precisamente (entre otras cosas) los clamores incesantes de nuestro egoísmo los que nos traen tanta inquietud mental. En el olvido propio en favor de las necesidades reales de los necesitados que nos rodean (no solo materiales, sino también de los que padecen angustias, dolores, crisis personales) hay verdadero descanso para el corazón. Su yugo, nos dice Jesús, que es el yugo del amor abnegado, es fácil; y ligera, su carga. En cambio, el yugo del egoísmo es insaciable.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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