Confianza para los inseguros
A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente. Salmo 16:8, 9.
Hay circunstancias difíciles por las que atraviesas en la vida, o que son de conocimiento público, que te pueden provocar una sensación de inseguridad. Pero hay otra inseguridad que tiene que ver con la formación psicológica; es subjetiva, y hace que nos sintamos inseguros de manera estructural, crónica, sin que necesariamente haya motivos objetivos para ella: es parte de la personalidad de algunos de nosotros.
Algunas experiencias infantiles relacionadas con la forma en que fuimos tratados especialmente por las personas que estaban a nuestro cuidado pudieron habernos transmitido una sensación de aceptación, seguridad y satisfacción emocional, o dejarnos en un estado de “inanición emocional”. Inconscientemente nos pudieron hacer sentir que el mundo no es un lugar seguro; que la gente más significativa no es confiable; y pudimos haber crecido con un patrón mental y emocional de inseguridad. Las experiencias psicoafectivas infantiles, que incluyen la seguridad física así como la nutrición emocional, son las que sientan la base de nuestra estructura psíquica, cómo percibimos y sentimos el mundo, y cómo lo interpretamos (cogniciones).
De allí que algunos cristianos sinceros no parecen “sentir” seguridad espiritual, que Dios los ama, los protege y los sustenta siempre. A veces es necesario un reaprendizaje psicológico (cognitivo y emocional), que nos permita adquirir la mayor seguridad interior posible para enfrentar la vida y sentirnos lo mejor que podamos con nosotros y con Dios.
Pero, sea cual fuere el origen de tu inseguridad (objetivo o subjetivo), siempre es Dios el que puede brindarte la seguridad que necesitas.
Aprende a comprenderte a ti mismo, tus emociones, tu inseguridad. Aprende a interpretar correctamente la realidad y tu propia realidad. Distingue los temores reales de los imaginarios. Concéntrate en las buenas cosas que ya te ocurren, en las bendiciones de las que ya gozas, y confía hoy en el amor, el cuidado y la providencia de tu Padre celestial.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie
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