¿Cuál es la causa última del escepticismo?
Si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. 2 Corintios 4:3, 4.
El escepticismo, el secularismo y el desapego a la religión cristiana que se advierten en nuestra sociedad, para adherirse a las concepciones materialistas del intelectualismo y el cientificismo occidentales o a las orientalistas de la Nueva Era, responden a una clara y estratégica obra diabólica para que el hombre actual no tome en cuenta a Dios y, pretendiendo haber alcanzado un grado de madurez intelectual, moral y espiritual, que lo ha llevado a independizarse y “superar” la “idea” de Dios, se convierta en un juguete de la voluntad satánica.
Nuestro texto de hoy nos dice que la gente para quien el evangelio está encubierto, es decir, que no puede percibir su verdad, su necesidad y su belleza, se encuentra así porque el “dios de este siglo” (Satanás) cegó su entendimiento, de tal forma que no puede ver la luz gloriosa de las buenas noticias (evangelio) del amor de Jesús y su salvación. Por lo tanto, aun cuando en las lecturas de los siguientes días te invito a comprender algunas de las causas “naturales” del escepticismo actual, en último análisis quiero reafirmarte que quien todavía no puede abrir su corazón al evangelio es porque el enemigo de Dios lo tiene encandilado por las ilusorias luces de neón del humanismo anticristiano.
Sin embargo, es bueno comprender a quienes son ateos o escépticos, o que prefieren otras concepciones filosófico-religiosas, y qué factores han incidido en ellos para que tengan esta postura.
Muchos lo hacen porque no quieren que nadie les diga lo que tienen que hacer con su vida. Viven para perpetuar el “terrible experimento de la rebelión”, que es la causa última de todas las desgracias. Entonces, ante su falta de voluntad de un cambio trascendente y radical, el camino más fácil es sacar a Dios del medio: “Dios no existe”. Que no seamos ni tú ni yo de los que prefieren no “tener en cuenta a Dios” (Rom. 1:28).
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie
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