Obed-edom
Y como ya no quería llevarse el Arca del Señor a la Ciudad de David, ordenó que la trasladaran a la casa de Obed-edom, oriundo de Gat. 2 Samuel 6:10.
Dios está preocupado por tu corazón, más que por tu historia o tu lugar de origen. Obed-edom, era de Gat, una de las ciudades filisteas. No era levita, pero recibió el sagrado mueble del Tabernáculo, lo cuidó durante tres meses y Dios lo bendijo ricamente.
Imagino que aquella mañana Obed-edom, debió de haberse levantado pensando que el Arca saldría de la casa del levita Abinadab y sería llevada a la ciudad de Jerusalén. También imagino que, pese a los sentimientos de seguridad y de tranquilidad que nacían en su corazón por saber que todo estaba en su lugar, no modificó su rutina. Debió de haber ido a trabajar la tierra, almorzado con su familia, como lo hacía todos los días. No creo que él haya llegado y dicho a su esposa y a sus hijos: “Prepárense, porque el Arca viene hoy para casa”. Quizás el secreto sea estar siempre preparado para que Dios visite tu hogar, tu dormitorio, tu vida.
Como con los pastores de Belén, Dios busca a los corazones receptivos y preocupados por su causa. Seguramente, en esa región de la tierra debía vivir algún descendiente de la tribu de Leví; pero Dios eligió a un oriundo de Gat.
No sabemos las razones por las que David le mandó el Arca; quizá lo hizo porque lo conocía y sabía de su religiosidad práctica y simple. Obed-edom obedeció la orden de su rey terrenal y recibió las bendiciones del Rey celestial. La orden divina siempre viene acompañada por la bendición, si tenemos el correcto espíritu de recepción.
De la misma manera que no se opone cuando la recibe, Obed-edom tampoco se complica cuando se la sacan. Podría protestar, reprochar, criticar, reclamar… al final, la presencia del Arca en su casa le significó grandes bendiciones. Nada.
Este personaje nos enseña que cuando trabajamos para Dios lo hacemos de la mejor manera, cuando él quiere que lo hagamos, durante el tiempo que él quiere que lo realicemos y hasta que él quiera que lo ejecutemos. Él sabe qué es lo mejor siempre.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor
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